Bueno, parece que voy consiguiendo un ritmo en mi casa, de hacer cosas, pero no es lo mismo que levantarse, ponerse guapa, pintarse los labios y salir corriendo a coger el metro o el coche para ir a algún lado... Añoro el trabajo, pero ahora mismo sé que igual va a ser difícil, aunque no imposible, volver.
Los días transcurren aún cansadísima, entre los últimos coletazos de una alergia casi imposible que he padecido este verano y la salida de una depresión más imposible aún que los médicos se empeñan en clasificar con escaso éxito. Ahora, queda mucho por hacer y a la vez nada, que es difícil conocer las prioridades cuando una trabaja para sí misma como me ocurre ahora a mí con esto de escribir: no sabes si lo que vas a contar le puede interesar a alguien... Pero ahí está mi maletín, lleno de proyectos antiguos...
A. López
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